Humildad Jacobo

Busquemos la Verdad

lunes, 29 de marzo de 2010

Elisabeth Roudinescu

Un ensayo traza la historia de la perversión humana "La perversión no es sólo hacer el mal sino disfrutar haciéndolo y tratar al otro como un objeto", dice Élisabeth Roudinesco, autora de Nuestro lado oscuro, un estudio sobre las razones que la humanidad encuentra para ceder a la patología de la perversión. Por: Justo Barranco - Barcelona ATENCION. La medicalización extrema de la población y la ideología securitaria hasta límites locos son perversiones que han invadido la cotidianeidad", dice la investigadora española. AnteriorSiguiente 1 de 1 Catalina de Siena declarando no haber comido nada tan deleitoso como el pus de los pechos de una cancerosa; las cohortes de flagelantes a finales del siglo XIII; Gilles de Rais, que pasó de mariscal de Francia a brutal asesino de niños, en el siglo XV; los escritos del marqués de Sade en el XVIII; el niño masturbador, la mujer histérica - Madame Bovary-y el homosexual - término inventado en 1869-para la medicina mental del siglo XIX; el nazismo en el XX; Bin Laden y los pederastas en la actualidad. Todo un repaso de Nuestro lado oscuro aclara-no es sólo hacer mal, sino disfrutar haciéndolo. Y tratar al otro como un objeto. Teniendo conciencia de lo que se hace. Freud nos enseñó que todos somos en algún sitio perversos y puede haber transformaciones de la persona durante la vida, e incluso sublimarse la perversión en el arte", explica. "Si el mal no existiera, no sabríamos lo que es el bien", dice, pero la historiadora y autora de libros como La familia en desorden señala que la perversión se ve de manera diferente según la época. "Hasta el siglo XVIII el perverso es el que rechaza el orden procreador. En una tragedia como Edipo él es perverso porque aun sin saberlo comete actos que llevan a la destrucción total de su genealogía, de la ciudad. En cambio, no se condena al hombre que tiene sexo con otros mientras se case y tenga hijos", explica. Además, claro, es perverso el criminal que goza con su crimen. "A partir del siglo XIX la perversión entra en el orden médico. Sigue poniendo el orden procreativo en peligro, pero como Dios ya no es el referente absoluto la perversión surge del interior. O bien los eliminamos o les curamos. Ya en el siglo XX, como dominamos el nacimiento, sólo queda el Papa pensando que no tener niños es perverso. ¿Qué lo es? Sexualmente, el pederasta, que en el siglo XVIII era tolerado, y el violador". Pero entre los perversos actuales Roudinesco también incluye a Bin Laden "por cómo organizó el 11-S, cómo eligió esa diana inútil excepto por el goce del acto, la pulsión destructiva en estado virgen, sabiendo que todo sería filmado", señala. Paradójicamente, apunta que "el gran perverso criminal sexual busca un castigo público, la mayoría quiere la pena de muerte o tratamientos dolorosos. Si tratamos de manera criminal a los perversos criminales damos voz a sus deseos", por lo que no cree acertada la castración química. De hecho, advierte contra el encumbramiento de una ciencia que niega el lado oscuro inconsciente humano y convierte la perversión en otra enfermedad. En esa línea, ataca la psicología cognitivista, que no usa la palabra y experimenta con los hombres como se hace con los animales - "es toda una nueva concepción del hombre que deriva del comportamiento animal", denuncia-y carga contra el higienismo americano actual, que medicaliza toda la vida y puede convertir todo acto en perverso. "Tomar una copa puede ser peligroso. Sí, pero... ¿hasta dónde vamos a intentar controlar el comportamiento pasional? La medicalización extrema de la población y la ideología securitaria hasta límites locos son perversiones que han invadido la cotidiana. Es la sociedad de la vigilancia de Foucault, cuando se declara que la norma es patológica"

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