Humildad Jacobo

Busquemos la Verdad

domingo, 25 de abril de 2010

La Envidia

LA ENVIDIA La envidia es uno de los sentimientos más antipáticos y negados de toda la batería de emociones que habitualmente sentimos los seres humanos, quizás porque se trata de un sentimiento mezquino. Son muchos las emociones negativas que nos afectan, pero es sin duda la envidia es uno de los que más nos avergüenzan. ¿Será porque como dice Napoleón la envidia es una declaración de inferioridad? DEFINICIÓN PARA LA REAL ACADEMIA : Pesar por el bien ajeno, viene del latín “in videre”. La reacción de dolor y enojo que intenta destruir lo que el otro tiene , cuando esto es algo que la persona no ha alcanzado. Como vemos está relacionado con el verbo “ver”. Es ver en el otro lo que uno desea y no ha podido lograr, y sentir dolor por ello. La admiración si bien se le parece bastante, ya que también es consecuencia de la acción de mirar, etimológicamente proviene también de latín “ad mirare” (mirar a ), se diferencia de la envidia, en que ésta (la admiración) resulta estimulante en lugar de dolorosa. Quien admira hace del otro un ejemplo y trata de implementar recursos para alcanzarlo. En cambio quien envidia, quiere destruir a aquel que lo enfrenta a su propia miseria. PECADO CAPITAL La envidia es uno de los siete pecados Capitales, y en la Biblia está representada en la figura de Caín. Su historia nos advierte de hasta dónde puede llegar un envidioso, el asesinato de su propio hermano. La figura del hermano no es casual, se envidia a una figura cercana, y pareja. Por eso nos resulta tan antipática la envidia, el odio que emana proviene de alguien que está muy cerca. LA ENVIDIA Y EL SABER POPULAR En los cuentos infantiles, Blanca Nieves es víctima de la envidia de la reina, su madrastra, aunque en la resolución del cuento podemos ver que la envidia termina destruyendo a quien la siente. La gente le teme a la envidia y utiliza todo tipo de amuletos, (ojo), prendas (cintas rojas), o plantas (ruda) para detenerla. Se cree que el poder del envidioso puede destruirnos como le sucedió a Abel, o hacernos perder lo logrado. Borges dice que “la envidia es la gran adversaria de los afortunados” Y es probable que desde esta definición podamos reflexionar algo más. El envidioso cree en la Diosa fortuna. Una Diosa que ha beneficiado a otro. Precisamente porque no depende de él, sino de la suerte el envidioso está convencido que no puede hacer nada para obtener lo que al otro le fue dado. De ahí que su única salida sea destruir todo aquello que le recuerda o destaca su falta. La envidia si bien es un sentimiento que nos carcome por dentro, es difícil de ocultar Según Khalil Gibrán “el silencio del envidioso está lleno de ruidos”. DESPERTAR ENVIDIA A pesar de lo temible que puede resultar la envidia no podemos ignorar a aquellos que tratan de despertarla. Son los que, incapaces de disfrutar sus propios logros, necesitan generar un contraste para resaltarlos y poder experimentarlos. Los medios de comunicación en la actualidad tienen mucho que ver con la motorización de la envidia. EXPLICACIÓN PSICOLÓGICA La envidia es un sentimiento universal ligado a los impulsos agresivos o tanáticos (de muerte) que todos albergamos. La destructividad del acto envidioso es el reflejo de la propia destructividad. Según Melanie Klein el primer objeto de nuestra envidia es la madre y su poder de alimentarnos. Amamos el pecho que nos alimenta, y odiamos al que nos frustra. E se primer vínculo contiene los elementos fundamentales de la futura relación del bebé con el mundo. Si el vínculo es amoroso y satisfactorio, el bebé desarrollará un sentido básico de seguridad y confianza hacia la gente. Si el vínculo no es ni amoroso ni satisfactorio, se desarrollarán una inseguridad y una envidia profundamente arraigadas y el bebé se convertirá con el tiempo en un adulto envidioso. Cada vez que la envidia se desencadena en un adulto de esas características, las heridas de la primera infancia se reabren con todo su poder destructivo. EFECTO DE LA ENVIDIA EN EL CUERPO Es importante advertir que la destrucción de la envidia es fundamentalmente interna. Según el DR. Luis Chiozza ante la frustración de ver en otro la materialización de nuestros deseos podemos llegar a sufrir ictericia (verdes o amarillos de envidia) y también experimentar trastornos hepáticos. El hígado sería el órgano encargado de materializar nuestro alimento, transformarlo en materia capaz de nutrirnos, si esta capacidad no alcanza para cubrir las expectativas, enfermamos. El hepático, que por sus conflictos subyacentes no puede extraer y elaborar los alimentos que necesita para materializar sus sueños, siente que habita su psiquismo una especie de monstruo de ciencia ficción, un“chupasangre”, siniestro y repugnante, que lo absorbe y lo digiere todo Estas son las fantasías que a juicio de Chiozza se ocultan en el aburrimiento, en el letargo y en la náusea, de la cual se han ocupado especialmente los existencialistas Los griegos sabían de esta asociación entre hígado y envidia tal como lo muestran en el mito de Prometeo. Podemos decir que Prometeo acepta consumirse a sí mismo con tal de lograr su ideal. Recordemos que por robar el fuego de los dioses fue condenado a que un águila le comiera el hígado cada vez que se le regeneraba. Me resulta particularmente interesante la idea del Dr. Norberto Levy quien nos dice que el profundo dolor de la envidia proviene de enfrentarnos abruptamente con un deseo insatisfecho. Deseo que probablemente habíamos alejado de nuestra conciencia y ante la presencia de alguien que lo ha logrado, se destaca nuestra propia carencia. El deseo de destruir al envidiado o su logro, no es más que el intento de borrar esa dolorosa diferencia. Afirma él que si tuviéramos que elegir entre destruir al otro, u obtener lo que deseamos, elegiríamos poseer lo deseado dado que la razón para destruir al otro es borrar el contraste que resalta la falta. EFECTOS DE LA ENVIDIA MAL ELABORADA. No hablo del envidioso, porque considero que todos lo somos. La diferencia está en la manera de elaborarla. Si nos quedamos anclados a este sentimiento a nivel psicológico podemos generar ansiedad, trastornos del apetito y del sueño, pero sobretodo incidirá en nuestra actitud para enfrentar las vida. Convencido que los logros del otro son fruto de una suerte inmerecida, en lugar de buscar un camino para alcanzar nuestros sueños, trataremos de denostar al envidiado. Esto derivará en un desánimo que nos paralizará y el resentimiento se trasformará en síntomas físicos. TRABAJO SOBRE LA ENVIDIA En primer lugar y lo más importante es saber que la envidia es universal. Reconocerla y aceptarla como señal de un deseo insatisfecho es darle una funcionalidad positiva. La punzada dolorosa de la envidia viene a recordarnos que hay algo que deseamos y no hemos logrado. La siguiente instancia será reflexionar sobre la razón por la cual no hemos alcanzado ese deseo en particular y por último identificar los recursos que necesitamos para hacerlo. Otro punto importante a tener en cuenta es que el universo es infinito y los objetos que en él existen también. No se trata de que si alguien tiene algo, ya no queda para nosotros. Si alguien lo ha logrado, nosotros también podemos hacerlo, lo que no significa que seguramente lo lograremos. Posibilidad y probabilidad son conceptos diferentes. Es importante que tratemos de ver qué recursos debemos implementar y qué camino recorrer, pero sabiendo que aún así, hay cosas que no obtendremos, y por las que deberemos hacer duelo. Para trabajar positivamente la envidia: Aprendamos a ponernos en el lugar del otro. Favorecer la confianza en uno mismo. Interpretar nuestro progreso personal mediante la comparación con nuestras competencias y habilidades, no con las de otros Valorar correctamente nuestra capacidad, sin infravalorarnos ni sobrevalorarnos. Colaborar (tanto dar a los demás como solicitar ayuda), es un buen medio para dotarnos de la pericia que requiere resolver los conflictos que causan envidia. Acostumbrarse a centrar la atención en los aspectos más positivos de la realidad, no siempre en los negativos. Relativizar el éxito propio. Y, si es posible, tomarlo incluso un poco en broma.

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