domingo, 25 de abril de 2010
Dalai Lama: El arte de vivir en S XXI
Título El arte de vivir en el nuevo milenio
Autor: Dalai Lama
Fuente: Grijalbo, Mondadori
País: Barcelona
Año: 2000
ISBN: 84-253-3456-X
Estamos ante uno de los libros publicados por Su Santidad, el 14to Dalai Lama del Tíbet, Tenzyn Gyatso.
El quinto de dieciséis hijos de una familia campesina, a la edad de cinco años fue proclamado tulku, figura que concientemente es reencarnada para dar continuidad a la religión budista tibetana. Su linaje religioso se remonta a los años 1391-1474 con el primero de los trece Dalai Lamas anteriores a él. Su relevancia política comienza en noviembre de 1950, al convertirse en el Jefe de Estado del Tíbet, durante la ocupación de este territorio por las fuerzas de la República Popular China. Tenzyn Gyatso encabezó una resistencia pacífica frente a la ocupación militar. Sostuvo entrevistas con Mao y otros dirigentes chinos, hasta que en 1959 viajó a la India donde estableció, con el apoyo del Primer Ministro Nehru y de miles de refugiados que lo acompañaron, la Administración Central del Tíbet, su gobierno en el exilio.
Pero la celebridad de este hombre no está dada por la jerarquía religiosa que ocupa o por las importantes circunstancias políticas que lo han rodeado. Ha trascendido por su extraordinaria personalidad, carisma y sapiencia. Gracias a su talento ha podido trasmitir a otros el conjunto de su filosofía y pensamiento fuera de fronteras geográficas y religiosas. Para periodistas, cantantes, actores, políticos, e intelectuales famosos de la cultura occidental es simplemente el Dalai Lama sin más calificativos, ganador del Premio Nóbel de la Paz en 1989.
Dalai Lama o Avolikitésvara, traducido del sánscrito –la lengua clásica de la India— significa "Aquél que mira hacia abajo", no en actitud de contemplar, sino de velar, cuidar, proteger, amparar. Debe resumir la compasión de todos los budas, de todos aquellos que han alcanzado el estado perfecto de paz e iluminación del espíritu. Este libro mira hacia "los problemas y sufrimientos que afrontamos los seres humanos" para hallar soluciones, nos dice Su Santidad, y añade: "Mi principal terreno de estudio (...) es el de la filosofía y la sicología budistas (...) Por ser un firme creyente en el pluralismo religioso he estudiado las obras principales de otras tradiciones budistas (...) En cambio he tenido un contacto relativamente escaso con el pensamiento moderno y laico. Con todo, éste no es un libro de religión. Menos aún es un libro sobre el budismo. Mi intención ha sido apelar a un enfoque de la ética que se base en principios más universales que estrictamente religiosos."
Intenta demostrar qué entiende por "conducta ética positiva", y nos adelanta con humildad que no dispone de soluciones especiales, sino que las ideas expuestas en el libro son "patrimonio compartido por muchos" quienes constituyen "una mayoría silenciosa" que no se puede expresar. Es en este sentido de gratitud hacia todos los individuos, sin distinciones de raza, religión o posición en la sociedad que nos dice: "El hecho de conocer a innumerables personas provenientes de todos los rincones del mundo, que viven de las formas más diversas que se pueda imaginar, me recuerda nuestra elemental igualdad en cuanto a seres humanos que somos", y abunda en lo valioso de cada vida humana y al mismo tiempo en su transitoriedad.
El libro se divide en tres partes--: "Los fundamentos de la ética", "Ética e individuo" y "Ética y sociedad"--, cada una en cinco o seis capítulos. Es en la primera parte donde define que en cada ser humano existe siempre como moto confeso o inconfeso la búsqueda de la felicidad. Para el Dalai Lama la búsqueda de la felicidad deberá estar guiada por una ética individual y hacia la sociedad, sobre todo en esta etapa del desarrollo de la civilización en que vivimos. Como resultado de los avances de la ciencia y la tecnología, las personas gozan hoy de más autonomía, se es mucho más independiente que en cualquier período anterior de la historia, nos asegura. "Con todos estos desarrollos ha surgido la sensación de que el futuro de cada uno no depende de su vecino, sino de su trabajo o, a lo sumo de su jefe. Y eso nos lleva a suponer que, como los demás no tienen ninguna trascendencia en mi felicidad, su felicidad no tiene ninguna importancia para mí." Hemos creado una sociedad, dice, "con altísimo grado de soledad y alienación".
Más adelante abunda en estas ideas sin rechazar los logros alcanzados por la humanidad, sin esconderse en fórmulas estrechas o de rigor inútil, con miras optimistas hacia un contexto que considera superior a otros anteriores: "El reto ante el cual nos encontramos es, por consiguiente, el de encontrar un medio para disfrutar la armonía y la tranquilidad como lo hacen las comunidades más tradicionales, al tiempo que nos beneficiamos plenamente del desarrollo material que encontramos en buena parte del mundo en este milenio".
En la última parte del libro desarrolla sus reflexiones acerca de la falta de diálogo entre las diversas religiones. "¿De qué modo pudiéramos alcanzar la armonía necesaria para superar los conflictos entre las diversas religiones?", se pregunta. Y su respuesta es, mediante el diálogo. Considera que para ello se requiere del respeto a la diversidad de religiones, a la convicción de que un solo camino no conduce a la verdad, lo cual sería aplicable a otras esferas, y a otros conflictos contemporáneos.
Termino estos comentarios con una cita del último capítulo titulado "Un llamamiento", y con una invitación a que lean la obra de este hombre que sin pretenderlo se ha convertido en uno de los sabios éticos de estos tiempos. "La mejor manera de asegurarnos que al aproximarnos a la muerte lo hagamos sin remordimiento alguno consiste en asegurarnos que en el presente nos comportemos de forma responsable y con compasión por los demás (...) El amor por los demás y el respeto por sus derechos y su dignidad, al margen de quiénes sean y de qué puedan ser: en definitiva es esto lo que necesitamos".
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