sábado, 22 de mayo de 2010
No quieras Tener Razón
Recuerde cuántas veces discutió creyendo que su opinión o forma de ver una situación eran “la verdad”. Y, cuando alguien no estaba de acuerdo su opinión, creyó inmediatamente que no estaba de acuerdo con usted y, por lo tanto, estaba “contra usted”. Entonces se sintió ofendido y cayó en errores como:
· Pensar que lo que usted decía o hacía era lo único correcto.
· Creer que cambiar de idea o expresar sus emociones lo convertiría en un ser “débil”.
· Dar importancia solo a aquella información que lo ayudaría a “convencer” a los demás de que tenía la razón y ellos estaba equivocados
· Amenazar a quienes no seguían sus instrucciones, generando un clima de miedo
Reordenar lo que nos decimos y lo que decimos a los demás mejorará nuestra calidad de vida y nuestras relaciones interpersonales.
Cierto que todos podemos tener nuestro punto de vista sobre cómo son las cosas y seguramente tendremos razones para ello. El asunto es cómo hacer para expresar nuestras opiniones para que el otro las pueda escucha y entender, sin quitarle espacio para que también pueda expresar lo que él piensa o siente.
En coaching decimos que el lenguaje tiene una enorme influencia sobre la manera en que percibimos la realidad y respondemos a ella. Rafael Echeverría, en su libro Ontología del Lenguaje nos dice que podemos usar el lenguaje de dos maneras. Una de ellas es para describir lo que vemos. Por ejemplo, al pedirle que me cuente cómo es su oficina usted podría decir: Tiene paredes blancas, dos escritorios marrones, alfombra beige y dos computadoras con pantalla plana. Existe una segunda manera de usar el lenguaje para “hacer que las cosas pasen”.
El mundo puede cambiar a través de nuestra palabra. Suponga que usted está pensando en expandir su negocio, abriendo una sucursal en provincia. Entonces llama a Pedro, su colaborador de mayor confianza y le dice Pedro, estamos creciendo en Piura, he pensado en ti para que lleves adelante el proyecto pero para ello deberás trasladarte a Talara. Con mis palabras estoy inmediatamente generando una nueva realidad para Pedro.
Si lo que me digo a mi mismo me limita, por ejemplo: no soy bueno/a para esto, es difícil, no puedo, mi lenguaje generará una emoción relacionada a esta limitación que influirá directamente en mi acción y anulará en mi toda posibilidad de cambio.
Hay una frase que me viene a la mente “si no te gusta lo que recibes, presta atención a lo que emites”. El lenguaje es muy poderoso. Con las palabras usted puede llevar a otra persona desde la felicidad extrema hasta la más profunda de las desesperaciones. Lo mismo sucede con todo aquello que constantemente nos decimos a nosotros mismos sobre nosotros mismos.
Mientras usted dialoga con alguien, se dan dos conversaciones “una pública y otra privada”. La conversación “pública” puede ser escuchada por todos aquellos que estén presentes. De manera simultánea se producen otras dos conversaciones privadas: la suya y la de la otra persona.
¿Cuál es la privada? Su diálogo interno: lo que usted piensa y siente pero no se lo dice a la otra persona. Y el diálogo interno de su interlocutor: lo que él piensa y siente pero no se lo dice a usted. Muchas veces reaccionamos con el otro o ante una situación por lo que oímos en nuestra conversación privada, mientras que en la conversación pública estamos diciendo lo opuesto a lo que pensamos.
¿Qué se recomienda en estos casos desde el coaching?
a. Todos somos dueños de nuestras opiniones y tenemos el derecho de manifestarlas.
b. Reconocer y respetar el derecho de cada persona a pensar lo que piensa.
c. No pretenda querer tener siempre la última palabra. El querer tener la razón a toda costa termina por deteriorar las relaciones.
d. No se convierta en juez, diciéndole a los otros lo que tienen que sentir o como tienen que tomarse las cosas con frases del tipo “ahora no te pongas a llorar”, “no es para tanto” o “te enojas por nada”.
e. Genere conversaciones para la acción y evite conversaciones de “no posibilidad”. Reemplace frases como “no sirvo para esto” por frases como “Es un desafío ¿por qué no intentarlo?”
f. Aprenda a escuchar. Escuchar es mucho más que “oír”. Implica interpretar lo que el otro nos está queriendo decir. Evite llenar lo que el otro le está diciendo con sus propios diálogos internos. Las investigaciones muestran que los ejecutivos importantes, así como los negociadores y vendedores exitosos, emplean mucho de su tiempo escuchando.
g. Aprenda a indagar. De esa manera podrá entender el significado que el otro le da a lo que está diciendo y también podrá saber si el otro ha entendido lo que usted quiso expresar.
El coaching es un proceso que tiene en el lenguaje una herramienta fundamental. Ayuda a las personas a brindar lo mejor de sí mismas, a darse explicaciones que conduzcan a la acción, a desplegar su talento personal y profesional y llegar más lejos de lo que hubiera imaginado. El coach acompaña al cliente a analizar su situación actual, para identificar los posibles obstáculos que lo separan del objetivo, al mismo tiempo que propicia las condiciones para que éste pueda analizar sus juicios y opiniones no productivas, así como a detectar, discriminar y desarticular falsas creencias limitantes.
Como dice Goethe: trata a un hombre como es y seguirá siendo lo que es; trata a un hombre como puede y debe ser y se convertirá en lo que puede y debe ser.
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