martes, 11 de mayo de 2010
Más Amor y Reconocimiento
Desesperación, primer síntoma del amor mal correspondido.
Muchas personas, si no es que todas en este mundo hemos sufrido la pérdida de un gran amor, que muchas veces a pesar de no ser el primero, llegó a convertirse en la razón para continuar, para permanecer, para concluir.
Si alguna vez sentiste desesperación por no escuchar su voz, por no mirar su rostro, por no sentirla cerca, pero volvía y tu desesperación desaparecía, ese fue un gran amor, quizá tu gran amor.
Pero cuando después de una intensa relación, de pronto y sin más se va y te quedas vacio, regresa la desesperación, quieres y ruegas que regrese, y suplicas para que se quede y accede, pero con actitudes, tan raras como el querer ser libre, salir sin ti, tan solo con sus amistades, es tiempo de valorar, de valorarte a ti mismo, de no suplicar un amor que en verdad no existe.
La ecuación del amor.
Porque el amor, aunque mucho se haya escrito sobre él, cada quien lo vive y sufre en su propia manera, nadie jamás podrá decirte una fórmula matemática o estadística que te resuelva esa ecuación tan compleja, el amor; nadie solo tú y tu conciencia, solo tú tienes la solución de esa ecuación, que al final te dará el valor que tienes tu mismo, te dirá lo que vales y si ese llamado amor, valen más que tú y debes rogar que permanezca a tu lado, no vale la pena, porque la ecuación debe tener una igualdad, no un positivo o negativo.
Aún cuando el amor es perdonar, es dar sin esperar nada a cambio, es permanecer, se debe sentir y no tanto razonar, llega el momento en el que la valoración de tu persona cobra un significado importante, porque por encima del amor a una persona está el amor a uno mismo, si terminas por no quererte para evitar que la persona se aleje, el resultado final será una menor valoración de tu persona día a día, hasta el momento en que llegues a carecer de valor y finalmente, no importa lo que hagas, se va.
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Entonces, si finalmente se fue quedarás sin valor, porque tu valor estaba puesto en esa persona, valías mientras estabas a su lado, al menos para ti mismo, aún cuando las personas a tu alrededor si te valoraran realmente y tú no lo vieras, porque estabas ciego por su luz, sordo con el encanto de su voz, sin razón por la complejidad de su ser.
Pedir lo que das, ¿es amar?
Cuando en la relación, llega el momento en que lo que estás dando y pidiendo implícitamente, parece demasiado a la otra persona y no es algo fuera del mínimo respeto de una relación seria, no es algo en lo que no hubieran estado de acuerdo desde un principio, es porque la otra persona siente que merece más que tú o simplemente no valora lo que le estás dando, es porque los acuerdos principales, los que dieron base a tu relación, se han olvidado, y se olvidaron por una simple razón, nunca se estuvo de acuerdo, solo se toleraron hasta el punto de quiebre, cuando la otra persona, saco al final su yo real, que era con el que debías haber tratado desde un principio.
Ahí es donde la ecuación del amor, que mantenía su igualdad con valores falsos, pierde el equilibrio y falla, cuando aunque tratas de equilibrarla cediendo, son tan falsos los valores que debes equilibrar, que te llevan a subvalorarte, dónde comienzas a perder el valor como persona que eras y eres, pero también es el punto, donde debes suspender el equilibrio y recuperar tu valor, tu valor individual.
Sólo así, podrás reformular la ecuación, con un nuevo equilibrio, con una persona que sea tu igualdad en la formula, no que te quite valor para sostenerla, sea cual sea la razón, tú tienes un valor y un igual para esta fórmula jamás descifrada, siempre tendrás un ser que sea la igualdad en tu formula, así seas un negativo o un positivo, siempre lo habrá, solo debes encontrarlo y jamás sostener la igualdad con valores falsos.
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