Quiero aprender a escuchar, quiero escuchar con los ojos y oídos...
con todos los sentidos; pero sobre todo escuchar con el alma. Quiero
aprender a escuchar lo que dice el corazón, lo que dicen los hombres
caídos, los ojos tristes, las manos inquietas. Quiero escuchar el
mensaje que esconden las palabras, quiero descubrir la angustia
enmascarada, la inseguridad, la soledad encubierta.
Quiero penetrar en la sonrisa falsa, la felicidad simulada, la
adulación exagerada. Para descubrir el dolor de cada corazón, para
descifrar el porque de las lagrimas. Poco a poco, quiero y necesito
aprender a amar!.
Yo estoy aprendiendo a perdonar, porque el amor perdona, limpia las
heridas, y borra las cicatrices que la incomprensión e inseguridad
grabaron en el corazón herido. El amor alivia la herida que dejaron
los pensamientos dolorosos, no cultiva las ofensas con las piedades
y autocompasión. El amor perdona, da alivio, extingue todo el dolor
en el corazón. Yo, paso a paso, estoy aprendiendo a perdonar, a
amar. Yo estoy aprendiendo a descubrir el valor dentro de cada vida,
de todas las vidas.
Estoy aprendiendo a descubrir el afecto y aceptación de las
experiencias duras vividas a lo largo de los años. Yo estoy
aprendiendo a ver en las personas su alma, y las posibilidades que
Dios les dio. Yo estoy aprendiendo, pero... cómo es de lento el
aprendizaje!. Cómo es de difícil amar como Cristo amo!. Aunque
tropezando, yo estoy aprendiendo.
Aprendiendo a poner de lado mis propios dolores, mis intereses, mi
ambición y mi orgullo cuando estos impiden el bienestar y la
felicidad de alguien. Como es de duro amar!... pero quiero hacerlo!,
y cada día es mi anhelo aprender a amar como Cristo me amo, con una
entrega absoluta, sin interés, sin prejuicios y sin dolor... sino
con gozo.
"Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo
en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el
Señor no es en vano". (1 Co.15:58).
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