Humildad Jacobo

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sábado, 1 de enero de 2011

El Futuro tiene su Base en Hoy: Desarrolla tus Cualidades

Publicaciones Actividades Científicas Centro de Orientación e Investigación Psicoanalítica Tesorería Orígenes del Psicoanálisis y de su Institucionalización en la Argentina (*) Texto desarrollado espcialmente por el Dr. Lenoardo WENDER para nuestro Sitio Web "Quien no tiene pasado no tiene futuro" (Dicho egipcio) Reflexionar acerca de la historia del movimiento psicoanalítico en la Argentina en un ambiente pluralista y amplio como el que ha de ser éste de la APDEBA en la Web, constituye una oportunidad única. Creo que he sido gentilmente convocado a esta presentación, por haber tenido el privilegio juvenil de ser discípulo de muchos de nuestros fundadores y de haberlos conocido prácticamente a todos. Los Arquipadres del Psicoanálisis, como solía llamarlos cariñosamente H. Racker, psicoanalista de origen polaco, un querido maestro de muchos de nosotros. También me ha interesado la historia del psicoanálisis argentino y he escrito sobre el tema. Otra peculiaridad de mi prontuario psicoanalítico: mi doble pertenencia institucional junto con el hecho de haber sido presidente de ambas instituciones APA y APDEBA en distintas épocas de mi trayectoria. Una condición que brinda e impone una óptica peculiar a mis ideas. Pero no existe una sola historia. Y como psicoanalistas sabemos que un hecho puede ser interpretado y expuesto de acuerdo a la visión y conocimiento personal no sólo de los historiadores sino de los propios protagonistas y de sus privativas resignificaciones a lo largo de toda su vida. ¿Recuerdan la magistral película japonesa "Rashomon" del gran Akira Kurosawa: una misma historia contada por cada actor y librada a la interpretación de cada espectador? Quede pues claro que voy a ser uno de los narradores de un fragmento de esta reseña desde mi propio Rashomon psicoanalítico. Para 1923 las obras completas de Freud ya habían sido traducidas y publicadas en España a instancias de Ortega y Gasset! La Argentina, próspera y científicamente ávida de comienzos del siglo XX, a través de estudiosos y viajeros en el exterior, se fue poniendo en contacto con las ideas freudianas ya en boga. En esas tempranas épocas el interés por la medicina psicosomática se transformó en el primer lazo entre la medicina y las teorías freudianas. Algunos entusiastas médicos y psiquiatras, apoyados en estas nociones, comenzaron a trabajar autodidácticamente en psicoterapia. Pero estos precursores no consideraron nunca al psicoanálisis como su único centro de interés. Y no formaron parte de aquellos seis determinados pioneros que venían trabajando en grupos de estudio y analizándose y que en 1942 fundaron la Asociación Psicoanalítica Argentina e inmediatamente en 1943, el Instituto de Formación Psicoanalítica. Este hecho diferenció a quienes comenzaron a estudiar psicoanálisis en la naciente Institución, de quienes en aquel entonces, no se interesaron tanto como para comprometerse científica e institucionalmente. Se produjo un claro distingo entre ambos sectores; la desconfianza, rivalidad y antagonismo en cada establishment fueron recíprocos: los psiquiatras clásicos eran considerados como los oligarcas y refractarios, mientras que los comunistas de aquellas épocas, se hicieron lógicamente pavlovianos y consecuentemente antianalíticos. Así quedó definido un primer límite y se alzó una barrera ideológica, política y hasta social tanto hacia la izquierda como a la derecha de profundas consecuencias y cuyos alcances reverberan hasta nuestros días. Más adelante veremos qué nuevos elementos influyeron en la postura del psicoanálisis "oficial" versus las políticas, teorías científicas y definiciones de los psicoanálisis emergentes. Por "oficial" me refiero a las sociedades componentes de la IPA, Asociación Psicoanalítica Internacional, fundada por el mismo Freud en 1910. Es de destacar que mucho giró en torno a la formación y sus estándares sumamente exigentes, garantes necesarios para la época en que se fueron instaurando. En 1949 en el Congreso Internacional de Zurich, el primero después de la 2ª Guerra Mundial, la APA fue aceptada como sociedad componente de la IPA. Ángel Garma, su presidente inaugural, dictó el primer seminario del Instituto. Los reglamentos del mismo fueron una adaptación de los de Londres y estipulaban los tres fundamentos básicos: análisis didáctico, supervisiones y seminarios. Esta relación histórica con el modelo inglés se debió entre otras razones a la fuerte influencia que el psicoanálisis kleiniano promovió en aquel tiempo en nuestro ambiente. El psicoanálisis kleiniano, surgió entonces, como una teoría renovadora de las ideas del Establishment psicoanalítico y atrajo a nuestros analistas, pues como típicos argentinos, fuimos siempre ávidos por todo lo nuevo de allende de los mares. El kleinismo facultaba, entre otras aperturas, la comprensión y el análisis de niños, un tema tan preciado en nuestro ambiente. Recuerden que un pediatra famoso, Arnaldo Rascovsky, fue uno de nuestros pioneros. Y que Arminda Aberasturi y Betty Garma, apasionadas precursoras del psicoanálisis de niños, tradujeron un capolavoro de M. Klein: "El Psicoanálisis de niños". Betty viajó a Londres y presentó el caso de una infante de veintiún meses y medio. Hecho que inmediatamente atrajo el interés de muchos analistas dado que nunca se había analizado un niño tan pequeño. En sus comienzos la APA no exigía el título médico, sólo se requería una cualificación respetable para la investigación científica y el psicoanálisis aplicado, dentro de la propia disciplina de cada cual. Estas condiciones eran ambiguas y a veces un tanto arbitrarias puesto que estaban esencialmente destinadas a acoger personas muy allegadas al círculo interno. Pero desde 1951 hasta 1987, los candidatos debían ser exclusivamente médicos, decisión basada en las leyes imperantes en nuestro país por ese entonces. Estas y otras férreas medidas, tenían una justificación freudiana: la consigna de que el psicoanálisis se mantuviera al margen de la enseñanza universitaria y de las organizaciones gubernamentales como un salvoconducto para su subsistencia y autonomía. Este consejo, útil en su momento, sobre todo para un país sujeto a golpes militares y a inestabilidad universitaria, constituyó la raíz ideológica para justificar el aislamiento de las primeras épocas. A su vez este aislacionismo inicial que facultó la consolidación interna, obligó a sus miembros fundadores y a las nuevas camadas a juramentarse y abrazar totalmente "la causa psicoanalítica". Así es que durante los primeros treinta años el Instituto mantuvo una reglamentación única y prácticamente inmutable del curriculum de formación. Pero contemporáneamente una buena porción de la inteligentzia argentina comenzó a interesarse por usufructuar de lo que ocurría ahí adentro. Esta condición no sólo fue motorizada por la efervescencia y difusión de los análisis individuales y luego grupales, sino también por los grupos operativos ideados por Pichon Rivière, los grupos Balint en los hospitales, etc. Me refiero a todas aquellas aperturas hacia el exterior que comenzaron a producirse pese a la tendencia inicial a la endogamia. Un epifenómeno que produjo esta cerrazón fundacional, tuvo un efecto paradójico en cuanto a la expansión y difusión del psicoanálisis hacia el afuera. Sabemos que los cambios institucionales tienen una inercia mayor que los cambios y transformaciones a nivel individual o de los pequeños grupos de vanguardia o de choque. De hecho y a título privado, psicoanalistas de la APA, comenzaron paulatinamente de acuerdo con la fuerte demanda científica y económica, a brindar grupos de estudio, supervisiones y a fundar instituciones extramuros en donde se enseñaban también técnicas nuevas y no "ortodoxas". Todos estos despliegues terminaron revirtiendo hacia el adentro de la Institución y a la larga produjeron los mayores cambios. Esta influencia renovadora y a veces revolucionaria, resultó uno de los elementos que fueron transformando la ideología de la formación psicoanalítica en nuestros institutos. De adentro afuera y de afuera vuelta al adentro, con todo lo nuevo y lo transformado. Esta es una secuencia dialéctica que para mí, fue históricamente decisiva para nuestro psicoanálisis argentino. En la actualidad con los enormes cambios socio culturales que venimos experimentando esta dialéctica sigue vigente. Por ejemplo en 1954 se crea la Asociación de Psicología y Psicoterapia Psicoanalítica de Grupo, constituida mayoritariamente por psicoanalistas de la Asociación. Debieron organizarse fuera, porque la psicoterapia psicoanalítica de grupos, "No era Psicoanálisis". Esta es la archiclásica frase lapidaria para todo lo psicoanalítico nuevo o diferente. En la actualidad tanto en APA como en APDEBA y otras instituciones oficiales, hay formación, enseñanza y discusión acerca de grupos, familia y pareja. Si esto no hubiera comenzado "por este paso por el exterior",-banco de prueba de todo lo novedoso,- nunca hubiéramos logrado incorporarla en nuestras casas. Creo que éste es una de las eventualidades emblemáticas de la idea que deseo enfatizar. Otro fenómeno típico para el enriquecimiento de nuestras teorías es el camino que recorrieron las ideas de Lacan para finalmente ingresar en nuestras instituciones. En 1953 Lacan decide su histórica ruptura con la IPA. Comienza su desarrollo científico independiente. Las asociaciones componentes de la Internacional, sufren el tabú del conocimiento y difusión del lacanismo en su interior. Pero tampoco pudieron impedir que a título individual y de pequeños grupos, sus miembros comenzaran a estudiar y a aplicar las ideas de Lacan. Es así que en un comienzo, las sociedades componentes de la Internacional tardan en enriquecerse con las ideas de esta nueva corriente, tendencia que se revirtió ampliamente más adelante. Ahora Lacan, con su particular relectura de Freud y sus propios y fundamentales desarrollos, forma parte de los programas oficiales de nuestros Institutos. Y un epifenómeno destacable: las ideas lacanianas a su vez, arrastraron consigo las teorías y desarrollos polémicos de terceros autores franceses, interlocutores y/o disidentes de Lacan, quienes también prendieron fructíferamente en nuestras asociaciones. Piera Auglanier, André Green, etc. imposible citar ahora a tantos pensadores nuevos. Pero es evidente que lo prohibido atrae más que lo permitido. Una reflexión acerca la confluencia de situaciones conflictivas y marginales: el lacanismo argentino como hemos dicho, fue adquiriendo un desarrollo autónomo inusitado. Comenzaron a nuclearse grupos frecuentado por estudiosos, psicoanalistas interesados y también- esto es lo que deseo enfatizar para el caso: muchísimos psicólogos: el otro grupo que en aquel entonces estuvo segregado del psicoanálisis oficial y del ejercicio legal de su profesión. Quizás esta combinación de marginaciones y justos resentimientos, facultaran en buena medida la propagación de las teorías lacanianas en los ambientes de psicólogos. Amén de su propio peso científico, la idea lacaniana pasó a constituirse según mi óptica, al mismo tiempo en bandera ideológica y política de estos sectores. Este recorrido, lo entiendo como un fenómeno análogo a lo que en su momento fue revolucionario y fundante para el psicoanálisis argentino: la asimilación de las ideas kleinianas resistidas en su época en que primaban desarrollos de la escuela americana y de la psicología del Yo. Recuerden también por ejemplo, cuánto tardaron las ideas de Bion en ingresar en el interés del psicoanálisis norteamericano. Sin embargo finalmente, Bion fue invitado a vivir y enseñar en los Estados Unidos. Otro fenómeno típico de la paradoja argentina: ambivalencia y elitismo. Si bien por un lado en 1956 fueron creadas las facultades de psicología en tres ciudades: Buenos Aires, La Plata y Rosario, los psicólogos no podían ejercer libremente la psicoterapia! 1966: Golpe de estado de Onganía. "Noche de los bastones largos". Renuncia y éxodo de Profesores, desmantelamiento de la Universidad. Sus estudiantes quedaron aún más huérfanos de conocimiento psicoanalítico. Esto, indirectamente reforzaba el feudo de la psicoterapia supuestamente privativo de los médicos y especialmente de los psiquiatras quienes a su vez no querían más competencia: ya tenían bastante con el auge y la infiltración del psicoanálisis en el país. Un hecho elocuente en este sentido fue una actitud paralela de la misma institución psicoanalítica: la cual, celosa de su hegemonía, y, apoyándose en la famosa ley Carrillo del primer peronismo, que no permitía el ejercicio de la psicoterapia más que a los médicos, tampoco aceptaba el ingreso de los nuevos psicólogos universitarios: doble veda y por análogas razones. Pero no obstante, se continuaba enseñando psicoanálisis por afuera al punto que prestigiosos analistas ya eran profesores en las universidades. José Bleger y David Liberman, dos de los psicoanalistas más conocidos internacionalmente por el valor de sus escritos clínicos y teóricos, entre muchísimos otros, en la UBA. Esta participación universitaria era muy mal vista en los corrillos de la Asociación de aquellas épocas. Los tiempos han cambiado: ahora estamos tras la legalización del Psicoanálisis como una especialidad aceptada por el Estado así como la pugna por dictar en el seno de nuestras instituciones sicoanalíticas maestrías y doctorados inclusive a egresados de otras carreras!. ¡O tempora o mores! Ya lo decía Cicerón 100 años antes de Cristo. Pero en su momento, J. Bleger a la sazón un fuerte candidato a la presidencia de la APA, tuvo tanta oposición entre otras causas por su desempeño universitario y sus ideas de izquierda, que indignado, decidió no presentarse. Fue él quien entonces me estimuló y apoyó entre otros, para que me postulara como candidato presidencial. Corría el año 1972. Cuando Bleger falleció, me tocó a mí como presidente, su penosa despedida. La gran demanda de psicoanálisis didáctico que se fue produciendo, pronto se agravó por la escasa oferta de didactas disponibles. Comienza a perfilarse de hecho una práctica que con el tiempo termina denominándose coloquialmente "Psicoanálisis de espera". Condición que naturalmente desvirtuaba el nivel terapéutico de estos análisis. Los "protocandidatos" como yo los denominaba, tardaban a veces años para acceder a un análisis didáctico!. Y muchos no querían o no podían esperar tanto. Durante mi mandato en APA se realizó toda una campaña para estimular la presentación a coloquios didácticos de muchos titulares ya bien capacitados y en condiciones para acceder a dicha función. (Un trámite en aquel entonces, difícil y discriminatorio). Esto dio buen resultado, pero no alcanzó como solución de fondo al problema del análisis didáctico. Mi objetivo era y es desde siempre, alentar el recambio generacional. En 1964 se crea la Escuela de Psicoterapia para Graduados como una respuesta a esta necesidad de médicos y psicólogos que buscaban una formación psicoanalítica sistemática por fuera de la APA. Naturalmente por las razones arriba mencionadas, sus organizadores y profesores fueron básicamente oriundos de la APA. Allí enseñaban y desarrollaban sus experiencias y formación como profesores muchos que eran docentes y a veces también "profesores de espera" del Instituto de Psicoanálisis. En 1969 en el Congreso Internacional de Roma nace "Plataforma Internacional". Un movimiento de fuerte protesta contra los estándares de formación impuesto por la IPA en todas sus instituciones. Plataforma Argentina nace de aquel movimiento y toma características que le dan una impronta contestataria local referida no solamente a la formación, sino a reclamos de un mayor compromiso ideológico de la APA con la convulsionada situación política del país. En lo referente a los cuestionamiento internos la mayor preocupación se centraba en el psicoanálisis didáctico tan exclusivista, los mentados análisis de espera y la extensión reciente de los seminarios a cuatro años. En 1971 se produjeron las primeras dimisiones de didactas y candidatos integrantes de este movimiento, al cual pronto se sumó "Documento". Fueron inicialmente treinta miembros y veinte candidatos. Entre quienes perdimos se hallaban valiosas figuras señeras; miembros con mucha experiencia del Psicoanálisis argentino junto con candidatos que ulteriormente tuvieron un desarrollo científico de primer nivel. Muchos de estos dimitentes se agruparon en La Asociación de Trabajadores de la Salud Mental. Una organización entusiasta y con un fuerte arraigo de izquierda gremialista. Pero no lograron estabilidad y desarrollo entre otras razones por la feroz represión política de aquellas épocas. Estas renuncias crearon un estado "deliberativo" y de autocrítica en el seno de la APA que llevó a una "propuesta de reorganización institucional" elevada por un grupo de miembros que en 1974 se presentaron las elecciones que me sucedieron. Jaime Szpilka candidato contendiente de Joel Zac, triunfa e introduce grandes modificaciones para los métodos de admisión y nominación de miembros y de analistas didactas. Así como también para la promoción y el programa curricular de los candidatos. Paralelamente, el grupo "Ateneo" que luego pasaría a constituirse en APDEBA, resolvió salir a la palestra con el propósito de organizarse como otra asociación psicoanalítica separada, en disidencia científica, ética y política con aquel grupo mayoritario. Una escisión a la cual yo en su momento me opuse debido a la precaria situación política que atravesaba el país y con la ingenua ilusión que los grupos antagónicos pudieran llegar a un entendimiento. En 1977 en el Congreso de Jerusalem, la Argentina pasó a tener dos instituciones miembros de la Internacional. APDEBA difería en su curriculum académico y en los procedimientos para la promoción de miembros, especialmente didactas y la promoción de los egresados de Instituto a miembro adherente. Durante mi presidencia de APDEBA en 1983, logramos transformar este pasaje en un trámite prácticamente directo de egresados del Instituto a Miembro Adherente. Consideramos que con un currículo académico aprobado, el trámite bastaba por sí solo. Con los años, surgieron nuevas instituciones en el interior y en Buenos Aires, hecho ya conocido por todos. Habría mucho para decir acerca de la renovación y avance que estos cambios produjeron y producirán. No puedo hacerlo ahora, sólo agregaré que de esta gran variedad de la que disponemos hay un beneficio que nos abarca a todos: ya no hay un "saber psicoanalítico hegemónico" como fue necesario en un comienzo, ni el psicoanálisis argentino es un criptoconocimiento exclusivo de las Instituciones de la IPA. Hoy hay decenas de centros psicoanalíticos autónomos y esto también nos enriquece y estimula científicamente. En lo referente a la IPA y sus posturas respecto de la formación y múltiples temas, habría para escribir un volumen aparte. Conozco algo de estos vericuetos, pues he sido Co-chair Latinoamericano del Congreso Psicoanalítico Internacional en San Francisco en1995 y Chair del Congreso Internacional en 1997 en Barcelona. Sólo quiero mencionar algunas novedades muy recientes para señalar como también ahí, pese a su papel ultraconservador, fueron penetrando novedades debido a los cambios socio-políticos y hasta científicos. Un ejemplo relativamente menor: se ha promulgado recientemente, que cuando dos instituciones estuvieran de acuerdo, sus candidatos podrían analizarse con didactas de una Institución y si lo desearan, hacer la formación en el otro Instituto. Lo menciono como síntoma de una cierta permeabilización de sus compartimientos estancos... Vuelvo a nuestra historia. Nunca se enseñó sistemáticamente psiquiatría en el programa curricular de ninguna de las Asociaciones Psicoanalíticas Argentinas. En algún otro país se exige como parte del currículo académico. Sin embargo hay dos hitos locales, marcados por figuras señeras en este tema en diferentes contextos y períodos de influencia. Me refiero a Enrique Pichon Rivière y a Mauricio Goldemberg. Pichon Rivière psiquiatra y psicoanalista de la primera hora, junto con José Bleger, D. Liberman y E. Rolla, crearon en 1959 la "Escuela de Psiquiatría Dinámica". Se dictaba un curso de tres años para psicoanalistas, médicos y estudiantes de último año de medicina. Fue otro aporte novedoso, no sólo por la temática: "Psiquiatría Dinámica", (en donde Pichon gestó su concepto de "Enfermedad única"), sino porque nuevamente desde el ámbito psicoanalítico se buscaba la integración con profesionales de formación psiquiátrica. Esto que hoy en día ya es habitual, así como la integración con otras corrientes interdisciplinarias, para aquel entonces fue una movida de avanzada. Lo que sí tuvo un enorme efecto dinamizador para enriquecimiento de la psiquiatría, el psicoanálisis y la tarea comunitaria, fue la revolucionaria organización de Mauricio Goldemberg en el Policlínico de Lanús en donde un Servicio de Psiquiatría se salía de los hospicios y entraba en el hospital general, con todo lo que esta apertura significó. Un último y candente punto que no puedo dejar de mencionar son las enormes modificaciones del ejercicio del psicoanálisis en nuestros días por causas irreversibles y ajenas estrictamente a nuestra ciencia: económicas, sociales, culturales y hasta farmacológicas. Condiciones éstas, que a la larga nos exigirán una mayor profundización, estudio y seguramente a revisar aspectos que sustentábamos como "ultracientíficos" e inmanentes a nuestro quehacer, pero que ahora la fuerza de los hechos nos obligan a repensar constantemente. Hasta aquí mi Rashomon de hoy.

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