martes, 1 de junio de 2010
Aceptar la Realidad
Aceptar la realidad
Aprender a aceptar la realidad, los propios defectos, los errores del pasado y a las personas que nos rodean.
Las cosas son como son y no como desearíamos que sean. Tenemos que partir de un visión objetiva de lo que nos rodea para intentar cambiar lo que no se adapta al plan de Dios.
Aceptar los propios defectos, fallos y limitaciones: intentar mejorar, pero sin desasosiegos ni inseguridades.
Esto no significa resignarse con tristeza ante los propios fallos, ni significa asumir que nuestros defectos son insuperables, sino intentar mejorar con sentido positivo, optimista, esperanzado.
Lleva a evitar las continuas reflexiones existenciales, y a aceptar con humildad y esperanza los errores que hayamos cometido en el pasado, luchando contra cualquier sentimiento de rencor o venganza, contra los recuerdos de sucesos amargos y tristes, y las actitudes nostálgicas y melancólicas.
Aceptar a los demás con sus virtudes y defectos. Esforzarse por comprenderlos tal como son, con caridad; sin que eso lleve a idealizarlos por falta de conocimiento.
Eso no significa aprobar todo lo que hagan; pero llena a no recordarle a los que nos rodean sus defectos, fallos y limitaciones: vivir la corrección fraterna y la caridad de Jesucristo en las relaciones humanas.
No darle a los defectos de los otros más importancia de la que tienen.
Ser tolerantes con los fallos de los otros, ayudándoles a superarlos.
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