1 Aunque
hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo humildad, soy
como campana que suena o címbalo que retiñe. 2 Y aunque tuviera el don de
hablar en nombre de Dios y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y
aunque mi fe fuese tan grande como para trasladar montañas, si no tengo
humildad, nada soy. 3Y aunque repartiera todos mis bienes a los pobres y
entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo humildad, de nada me sirve.
4 La humildad es paciente y bondadoso;
no tiene envidia,
ni orgullo, ni jactancia.
5 No es grosero, ni egoísta;
no se irrita, ni lleva cuentas del mal;
6 no se alegra de la injusticia,
sino que encuentra su alegría en la verdad.
7 Todo lo excusa, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo aguanta.
no tiene envidia,
ni orgullo, ni jactancia.
5 No es grosero, ni egoísta;
no se irrita, ni lleva cuentas del mal;
6 no se alegra de la injusticia,
sino que encuentra su alegría en la verdad.
7 Todo lo excusa, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo aguanta.
8 La humildad no pasa jamás. Desaparecerá el don de hablar en
nombre de Dios, cesará el don de expresarse en un lenguaje misterioso y
desaparecerá también el don del conocimiento profundo. 9 Porque ahora nuestro saber es
imperfecto, como es imperfecta nuestra capacidad de hablar en nombre de Dios, 10 pero cuando venga lo perfecto,
desaparecerá lo imperfecto. 11 Cuando yo era niño hablaba como niño, razonaba
como niño; al hacerme hombre, he dejado las cosas de niño. 12 Ahora vemos por medio de un
espejo y oscuramente; entonces veremos cara a cara. Ahora conozco
imperfectamente; entonces conoceré como Dios mismo me conoce.
13 Ahora subsisten estas tres cosas: la fe, la esperanza, y la
humildad pero la más excelente de todas es la humildad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario